Recuerdo con nostalgia nuestras conversaciones hasta las tres de la mañana, despertarme por la mañana y sonreír como una idiota al ver que tenía un mensaje tuyo, ponerme nerviosa al saber que te iba a ver ese día.
A veces, mi mente me juega una mala pasada, porque, sin previo aviso, vuelves a mis recuerdos, sin yo quererlo. Y siento un pellizco en el corazón al recordar todo lo que pudimos ser y no fuimos... Porque fuimos unos cobardes, tanto tú como yo. Yo, por miedo a que no te importase y tú, por miedo a que yo te importase demasiado. Y así nos quedamos los dos, con las ganas de saber qué habría pasado, con las palabras en los labios y los sentimientos en el corazón.