Recuerdo la primera lección que me enseñaste: "los que más te quieren serán los que más daño te harán". No consigo recordar si me reí o, sencillamente, te di la razón, probablemente un poco de ambas, pero por aquel entonces esas palabras no significaban gran cosa.
Solías decirme que era una imprudente y que confiaba demasiado deprisa, también que quería demasiado fuerte y que algún día llegaría alguien que desbarataría mi mundo y dejaría mi corazón llenó de miles de cicatrices.
Siempre tuviste razón, pero me costó verlo, y ahora es demasiado tarde para recapacitar, ¿verdad? Ojalá alguien me hubiese dicho entonces que no solo me enseñaste algo, sino que pusiste en preaviso.