Nos enamoramos de casualidad, de repente. Recuerdo que era un domingo de abril. Tú jugabas con las palabras de El amor en los tiempos del cólera. Yo jugaba a atrapar momentos entre los dedos y, sin darme cuenta, te atrapé a ti. Nos quedamos unidos en la misma telaraña llamada vida. Poco a poco, tímidos al principio y atrevidos después, empezamos a tejer momentos juntos. Inolvidables. Increíbles. Únicos.
Pasaban los días y los meses, y ahí seguíamos nosotros. Juntos, como dos gorriones en un cable de alta tensión. Sin miedo a nada y seguros de nosotros mismos, porque nos gustaba ese nosotros. Ese nosotros podía dar la vuelta al mundo, saltar en paracaídas o nadar en tiburones. Iba a seguir ahí, pero nada es eterno.
Nos quisimos sin quererlo, fue de casualidad. Pero nos fuimos olvidando casi sin darnos cuenta. Y ahora yo estoy aquí y tú, tú no.