Hay personas que pasan por la vida de puntillas, sin hacer ruido, apenas una leve caricia en el corazón. Pero tú no, tú no eras de esas personas. Tú eras de todo o nada, no te iban las medias tintas. Fuiste como un tsunami, como un volcán en erupción, como una tormenta en el desierto.
Desde el primer momento en el que te vi con esos labios rojos y tus vaqueros desgastados supe que traías problemas, que no pasarías por mi vida de puntillas, sino que llegarías, la pondrías patas arriba y bailarías sobre el desorden. No me convenías, de hecho no le convenías a nadie, pero ahí estaba yo, esperando como un tonto ser parte de tu vida. No me arrepiento de nada y menos de conocerte a ti. Me dejaste una cicatriz con tu nombre, pero me enseñaste a vivir. Eso es lo que hacen las personas como tú, te marcan con fuego en la piel, puede doler al principio, pero, al final, te das cuenta que te han enseñado a vivir.