martes, 2 de agosto de 2016

Constelaciones en la piel

No puedo evitar acordarme de ella cada verano, de su forma de caminar, con pasos cortos y rápidos, casi sin tocar el suelo. Recuerdo su olor a sal y su sabor a limón, como si fuese el mejor chupito de tequila que fuese a probar en mi vida. Es imposible olvidar las constelaciones que pintaba en mi espalda y su sonrisa a medianoche. 
Y aquí estoy yo, soñando con aquella chica de verano que me tatuó el corazón con fuego y a base de besos, otra vez. Quise atraparla  entre mis brazos y no soltarte, pero desapareciste entre las olas un amanecer. Una chica como esa es difícil de encontrar y más aún de olvidar.