Ya no quedan más abriles para ti, ni tampoco primaveras o veranos. No te quedan más palabras que decir, abrazos que dar o besos que recibir. Ya no te queda aire en los pulmones y tu corazón se va marchitando a cada latido. Ya no queda nada...
Si tuvieras un poco más de tiempo, ¿qué harías? ¿Realizarías ese viaje que siempre quisiste o te quedarías aquí disfrutando de esa rutina que, aunque tediosa a veces, te recordaba la gran vida que tenías? Si tuvieras más días, más horas, más minutos... todo sería distinto, pero no los tienes. Aunque eso no lo sabes aún.
Si pudieras elegir, ¿cuáles serían tus últimas palabras? No sé lo que elegirías, aunque me gustaría saberlo. Puede que les dijeses a tus hijos que, donde quiera que estés, vas a cuidar de ellos siempre, porque eres su padre y eso no va a cambiar. Y a tu mujer, esa que cuando estaba contigo lo convertía todo en luz, esa que hacía que cada día fuese especial, le dirías lo siento. Sí, te disculparías, porque treinta años juntos no han sido suficientes y desearías tener más tiempo...
Tiempo, tiempo, tiempo... ¡Maldito tiempo! Ojalá se detuviese unos instantes, unos segundos solamente, y nos dejase respirar sin su constante respirar en nuestras nucas. Pero la vida no es así, no es justa y lo sabes, sino seguirías aquí.
Y así, sin previo aviso, tu tiempo con nosotros expiró y tu corazón batió por última vez.