miércoles, 26 de agosto de 2020

De ojalás no se puede vivir


La última vez que nos vimos no supimos que sería la última. Nosotros, tan inocentes e ignorantes, trazamos planes que no llegaríamos a realizar, prometimos besos que no nos daríamos, imaginamos algo que no llegaría a suceder. Pero la vida tenía otros planes... Evitamos decir aquello que de verdad queríamos decirnos, protegiendo nuestros corazones del cataclismo que veíamos que se acercaba. Ambos éramos conscientes de la situación y, puede que, sin saberlo, nos protegiéramos mutuamente. 

Los días pasaban y las circunstancias nos alejaban. En el fondo sabía que no ibas a volver, pero cuando me lo dijiste algo dentro de mí se rompió. Ojalá todo hubiese sido diferente entre nosotros. Ojalá tu futuro no estuviese en otra ciudad. Ojalá no hubiera habido una puñetera pandemia entre nosotros. Pero de ojalás no se puede vivir.

Muy probablemente no nos volvamos a ver, pero quiero que sepas que siempre te recordaré con una sonrisa. Apareciste cuando más lo necesitaba y, sin saberlo, reconstruiste una parte de mí que llevaba tiempo rota y me hiciste volver creer en cuentos de hadas y finales felices, despertando mariposas que llevaban mucho tiempo aletargadas. 

Si pudiese volver a atrás, volvería a aquel momento que intentamos hacer infinito, postergando indefinidamente la alarma del despertador, sin querer irnos de nuestra pequeña burbuja. Desde ese día, despertarse no es tan gratificante si tú no estás.