Tú jugabas a quererme. Yo a hacerme la interesante. Jugábamos a un juego en el que desconocíamos las reglas. Pensamos que era fácil, que podíamos ganar, pero se nos olvido que siempre que se juega con fuego, te acabas quemando. Y nosotros ardimos como Roma.
3 comentarios:
He leído unos cuantos textos por aquí, y *-* ¡qué preciosidad! me encanta como te expresas M.
Me quedo, espero que publiques muy pronto :)
Besos.
Hola! solo me pasaba para decirte que si has intentado seguirme en el blog, no me sigues, el enlace "follow me" estaba mal, ahora ya es correcto. :)
Un beso.
Hay veces en la vida en que vale la pena arder...
saludos
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