De pequeño siempre que veía un juguete roto algo dentro de él le impulsaba a arreglarlo, a juntar sus piezas rotas y dejarlo como estaba. Parecía como si cuanto más roto estuviese algo, más interesante le parecía. Con los años fue ganando experiencia y se volvió famoso. No había nada que no pudiese arreglar, solo necesitaba sus herramientas y un poco de paciencia. Pero, cuando se rompió su corazón en mil pedazos, no supo qué hacer.
2 comentarios:
No sé por qué exactamente, pero este texto me desmorona por dentro. Saca mi lado más tierno, y eso, eso es de agradecer en estos tiempos.
Un placer leerte! Me quedo por aquí, sin dudarlo :)
Al menos... ¿intentó arreglarlo? Tal vez un parche o una tirita estarían bien, para empezar.
Publicar un comentario